Pascua de la hermana Eutimia

Las Misioneras Dominicas del Rosario, de República Dominicana,  comparten una semblanza de la hermana Eutimia Jesusa Urrutia Egurrola, quien partió a la casa del Padre a los 101 años, después de vivir entregada al servicio de los pobres y de los enfermos.

Datos Familiares

La Hermana Eutimia Jesusa Urrutia Egurrola, nace el 20 enero 1918 en la localidad de Araya Araba, sus padres, Paulino y Dominica y tienen tres hijos siendo ella la mayor. Es un hogar creyente y por tanto los forman en valores evangélicos.

Trayectoria en la Congregación

Ingresa en la Congregación el 19 de marzo de 1947, su primera profesión la realiza el 22 de octubre de 1950 y profesa perpetua el 24 octubre 1953 en Pamplona.

En 1954 fue destinada a China, en concreto Taiwán, en la ciudad de Ping Tong. En aquellas tierras, Sor Eutimia se entregó por completo al trabajo en el Hospital, que estaba a cargo de religiosas chinas y españolas. Allí aprendió mandarín.

En 1969 llega a República Dominicana luego de 15 años de servicio en China, se integra a la comunidad de La maternidad donde las Hermanas prestaban servicios en el hospital Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia.

En 1973 empieza a trabajar en el hoy Instituto Nacional Dominicano de Diabetes Endocrinología y Nutrición (INDEN) que en aquel entonces estaba en sus inicios. Durante los 46 años restantes de su vida se entrega cuerpo y alma a los diabéticos pobres desde el Instituto con la pasión y fortaleza que la caracterizaba. De este modo, se convirtió en una figura imprescindible en el Hospital Escuela de Diabetes.

En septiembre del año pasado sufrió tres caídas consecutivas que le obligaron a internarse durante varias semanas en la diabetes, su segunda casa. Durante el día y la noche, siempre estuvo acompañada, atendida con gran esmero, generosidad, ternura y gratuidad tanto por el personal médico como administrativo, de esta manera fue correspondida al amor y generosidad que durante tantos años brindó en ese hospital.

El 8 de febrero, bastante restablecida su salud, expresa al Consejo Provincial que quiere seguir yendo a trabajar al hospital, llegan a un acuerdo de que solamente tres días a la semana, a ella le parece poco pero lo acepta. El 29 de marzo viernes regresó de su trabajo contenta pues el cardiólogo la había visto y le dijo que estaba bien y que descansara en el fin de semana.

En la madrugada del sábado 30 de marzo es sorprendida por un Accidente Cerebrovascular Isquémico. Una vez más, fue atendida en el INDEN con el habitual desvelo, durante los 5 días que se mantuvo en Cuidados Intensivos. Por esa Unidad del hospital pasó todo el personal con el que ella había compartido sus 46 años de servicio y presencia en el hospital. Las hermanas de las comunidades de Santo Domingo también tuvimos presencia permanente.

El miércoles 3 de abril partía a la Casa del Padre a las 3:00 pm rodeada de sus dos grandes amores. La Congregación y la Diabetes. Tenía 101 años.

Actitudes personales

La Hermana Uti como la llamábamos cariñosamente las Misioneras Dominicas. Para sus sobrinos era “la tía Jesu” y para el Instituto de la Diabetes “Sor”. Fue una mujer dotada de muchas cualidades, que supo ponerlas al servicio de la misión.

Quienes tuvimos la dicha de compartir por algún tiempo su vida, reconocemos en ella a una mujer muy segura, madura y disciplinada, con un horario muy marcado. Se levantaba todos los días a las 5:00 am, hacía su oración y ya a las 6:40 salía para el Hospital de la Diabetes donde llegaba a las 7:30 de la mañana, visitaba a los enfermos hospitalizados, les preguntaba por su salud y estado de ánimo y cómo se les trataba. Los animaba a confiar en Dios y en la Virgen de la Altagracia dejando a su paso en cada uno de ellos un agradable aliento de bienestar. Visitaba la cocina, la lavandería y el cuarto de costura; se aseguraba de que todo estuviera en orden y si encontraba mucho que hacer no era raro verla sentada cosiendo, a mano o a máquina, o bien disponiendo de lo que había que hacer. Una vez terminada sus rondas de visitas, subía a su oficina para seguir otro tipo de trabajos. Concluida la jornada a las 2:00 pm regresaba a la casa con la Comunidad, comía, descansaba un poco y hasta hace dos años, cogía sus herramientas para ir al jardín a cuidar de las plantas y flores que luego cortaba para la capilla.

Combinaba su fuerte carácter con una sonrisa permanente y gran sentido de humor, sabiendo seguir las bromas como nos recuerda un periodista amigo en un artículo que escribió con ocasión de su 100 cumpleaños: “ –Sor Eutimia –le digo–, ¿se acuerda de mí? –¡Y cómo te voy a olvidar después de tantos años juntos haciendo telemaratones para construir este hospital! Pero te has puesto muy difícil–me dice–, te pedí amistad por Facebook y me contestaron que estabas lleno y ya no cabía nadie. La miro asombrado. –¿Y usted tiene Facebook? –Pero Freddy, la vida comienza a los 100. Hay que estar al día, todos los días me siento en mi computadora después de las visitas y me pongo a trabajar en ella. Las redes sociales me encantan –dejó caer–.”

Si era admirada y apreciada por las personas con quienes compartía la jornada laboral, también para las hermanas, siempre estuvo en la Comunidad de Acogida y para todas tenía unas palabras y se interesaba por los trabajos de todas. Para las Hermanas se hace cercana, acogedora con una sonrisa siempre en los labios. Nos deja un profundo recuerdo de su gran alegría y capacidad de escucha y su fe contagiosa, que la llevaba a afrontar las situaciones difíciles, con energía, fortaleza y heroísmo. Hasta los últimos días conservó su fortaleza, cuando tratábamos de ayudarle en algo, su respuesta era, yo puedo, siempre lo he hecho, todo lo intentaba con gran fortaleza.

Se sentía orgullosa de ser Misionera Dominica del Rosario. Como ella nos repitió varias veces en estos últimos meses: “si yo naciera de nuevo sería Misionera Dominica del Rosario para servir a los más pobres”.

Para su familia (sobrinos y sobrinas) ha sido una gran persona y alguien importante en sus vidas, ellos quisieron hacerse presente en la celebración de su Pascua con estas palabras: “Hemos aprendido de ti que la grandeza no está en la posesión de bienes materiales si no en la grandeza del espíritu y en la tenacidad para demostrarlo cada día. Hay personas buenas y las que lo demuestran cada día: esas son las imprescindibles. Siempre has sido un referente que nos ha hecho mirar más allá de nuestro pequeño mundo”

Celebración

Por la capilla ardiente, donde estuvo expuesta durante 16 horas pasó mucha gente, todas expresaban palabras y llanto de agradecimiento. El jueves 4 de abril a las 1,30 de la tarde celebramos la Pascua de Eutimia con una Eucaristía concelebrada por dos Dominicos y el Padre Carles, gran amigo de ella. Estuvimos presentes todas las MDR presentes en el país, una gran representación del INDEN, amigos, amigos, vecinos, religiosos y religiosos. La homilía fue más bien testimonio de algunas personas que la conocieron, destacando sus grandes cualidades humanas, espirituales y profesionales al servicio de los diabéticos necesitados. Luego seguimos al cementerio donde en medio de mucha emoción le dimos el último adiós aprovechando para recordar a las otras hermanas allá enteradas.

Creemos que Dios la ha recibido para celebrar junto a El la Resurrección al final de una vida tan plena vivida y entregada sin reserva a los más necesitados y enfermos desde la alegría y la sencillez.

Descanse en Paz Eutimia.

Comunidad Santo Domingo desde República Dominicana

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